Páginas

22 noviembre, 2010

Cuestión de seguridad

Ha decidido que lo mejor es no salir. Sus amigos han insistido pero los peligros de estar fuera en el bosque se conocen. "Basta de aventuras en mi vida. Es suficiente con lo que ya he pasado para saber que no será lo más apropiado".

Pero de repente, alguien llama a la puerta, su corazón se agita, rápidamente se aproxima a ella, la abre, no ve a nadie a su alrededor, hasta que con sorpresa, y algo de espanto, entrevé algo ¿o alguien? en la oscuridad; mientras se acerca a la figura confusa, ésta se aleja más y más rápido. Aprisionado por la pasión de descubrir lo que persigue, corre por el bosque, por el misterioso mundo nocturno salvaje en el cual ya se ha sumergido.

Solicitud de ayuda

Camina por la avenida, son las 3 de la madrugada. A lo lejos escucha un grito desesperado, que se atenúa con el ruido de los vehículos que transitan. Piensa que su deber es acercarse, pero el instinto le señala que se mantenga en su ruta. "¡Auxilio!" -escucha. Pero ya ha tomado una decisión, aunque sus pies enlentecen la marcha. El remordimiento clava cuchillas en su alma. Y se coloca en el lugar de aquella desconocida que pide auxilio, se coloca en el lugar de su esposo, "¿y si fuera mi mujer quien estuviera ahí, con miedo, pidiendo ayuda?" - se pregunta, "¿acaso me gustaría que la ignoraran, no consideraría una brutal cobardía el hacer oídos sordos?". Rápidamente, entonces, cambia de decisión. Y con un paso veloz se aproxima hasta el lugar de donde proviene la voz, debe alejarse de la avenida, y acercarse hasta una calle sola y mucho más oscura... Hay 3 hombres robustos de mal aspecto, intentando violar a una mujer, están en una lucha de tironeos y empujones. Cuando el hombre está cerca cesa el forcejeo, y la mujer se pone de pie, con una mirada fría y expectante, como si nada hubiera ocurrido. A mano armada le dicen que les entregue su billetera, reloj, celular y todo objeto de valor. Ha caído en una trampa. Aunque sus intenciones fueran buenas, ahora se ven expuestas al ridículo y a la impotencia del engaño. Cuando les entrega todo lo que tiene es víctima de una golpiza quedando en el piso, sangrando su cabeza, inconsciente.

Invitación

Te invito a la aventura de estar conmigo
Te invito a un viaje de asombros
Te invito a imperfecciones y a correr riesgos
Únete a esta danza en que tú y yo somos recreados
En que nos unimos y nos distanciamos.

Aunque abunda el miedo y la incertidumbre,
Sabemos que pasará algo importante,
Algo pasajero o algo eterno.
Emociones se despliegan como una gota que cae en aguas tranquilas
Puede surgir algo bello, puede surgir algo nuevo
Puede haber fracaso, puede haber duelo.
Pero si te atreves a esta aventura algo ocurrirá
Y también podemos empezar de cero.

Mala señal

Era una fría noche de otoño cuando me encontraba esperando en la habitación la llamada de una vieja amiga. Fuera sólo se escuchaban los autos que corrían en la avenida. De repente suena mi celular. Sin embargo, no logro oír lo que me comunica, no hay señal. Debo salir de casa corriendo a buscar un lugar más abierto. Este problema ya lo había tenido antaño. Estoy atravesando la avenida por el paso de cebra. Al hacerlo voy notando que el aire se encuentra muy distinto del de casa, curiosamente tibio, suave, incluso lo podría señalar como blando. De alguna manera he olvidado el llamado de mi amiga, como si después de una sorpresa ya no existiera más que la respiración. La calle está silenciosa. El viento se ha detenido. Siento una paz especial, un llamado a no desesperar. De pronto, miro hacia el cielo: "está muy estrellado” -fue mi primer pensamiento-, pero en realidad estaba viendo sólo una parte de él ya que, el resto se encontraba totalmente nubloso, y lo que veía eran estrellas que al mirarlas fijamente, noté que no estaban quietas, sino que se movían en un círculo, dejando al centro un color anaranjado con atisbos de violeta, y alrededor un celeste muy claro. Cada vez se iluminaba más, dando la sensación de que algo se aparecería. Lo más extraño es que miraba estos acontecimientos cósmicos, con una tranquilidad inusitada, debía ser el aire, ese ambiente tan cálido y estático. Desde el cielo, distinguía algunos rayos, con tonalidades vivas y refulgentes, que llegaban a mi rostro, no sabía si en otras partes también, porque sin darme cuenta una niebla había cubierto todo mi alrededor, ya no contemplaba casas, edificios, ni árboles.
La luz que se aproximaba era ahora cada vez más potente, me envolvía… de pronto mi espíritu se encontraba de alguna manera, libre, y comenzaba a entender muchas cosas, ya no oía nada sino una suave música que provenía desde una dimensión superior a la mía, y a la cual me acercaba. Música que sería muy difícil de explicar con palabras. Recordaba por un momento un auto que corría a toda velocidad, mi sola atención en el llamado, sobretodo, porque imaginaba que el llamado significaba algo importante para Laura -en realidad significaba algo importante para mí-. Nos habíamos encontrado en la universidad, sin embargo, yo estaba atrasado, y necesitaba llegar a rendir mi examen. Noté su agitación entusiasta, su romanticismo absorto, su amor a punto de ser confesado, y sólo atiné a decir: ”llámame más tarde”.

Un auto que corría a toda velocidad, de tonalidad oscura, no alcanzaba a detenerse, yo estaba con mucho frío, mirando con atención mi celular, que recobraba la señal… comenzaba a acercarlo a mi oído, y de pronto, todo estaba demasiado claro hacia arriba, y demasiado nubloso hacia abajo, si es que hubiese podido detallar hacia qué punto observaba, ya que las coordenadas de alguna manera las había perdido, aunque sin sentirme por ello desorientado.

Y todo estaba muy tranquilo.

Noche de lluvia

No podía dormir. Me levanté para ver la hora, las 2:13am decía mi celular. Estaba muy oscuro. Llovía. Las gotas caían en el techo y resonaban en lo profundo de mi cuerpo. Busqué el interruptor para encender la luz, sin embargo, no encendía, “se debe haber quemado la ampolleta” -pensé. Intenté encender otra ampolleta, pero tampoco tuve éxito. Entonces me acerqué a la ventana, y vi que no había luz en todo el vecindario. “¡Maldita sea!” – exclamé. No tenía linterna, y menos una vela. En este momento estaba perdido.
Ya habían pasado 2 semanas sin poder dormir. Mis ojos estaban cansados, mi cuerpo, adolorido. Y sólo quería hallar mis medicamentos para normalizar mi sueño. Sin embargo, no podía recordar dónde los había dejado, y sin luz esta tarea iba a ser complicada, por lo que opté por sentarme en mi cama, y pensar. El aburrimiento era enorme. Ahora sólo mi mente era mi amiga, ¿o enemiga?. A veces veía a mi hermano en la ventana, que me llamaba y gritaba… estaba todo mojado, desnudo. Me acercaba, abría la ventana, y sólo sentía un aire frío que penetraba hasta mis huesos. Entonces una lágrima se deslizaba desde mi mejilla hasta mi boca. Mi hermano estaba muerto.
Solíamos pasar las vacaciones juntos, habíamos prometido nunca casarnos, teníamos que disfrutar y aprovechar la vida al máximo. Así que después de aquel episodio, tuve muchos amoríos esporádicos. Aún recordaba aquel invierno en que salimos a la nieve. Un día me insistió en salir a esquiar, le dije que el tiempo no era el más apto, sin embargo, terminó por convencerme. Aquel día sufrió un accidente, que lo dejó en estado vegetal. Nunca habría imaginado que le sucedería algo así. Meses después, el falleció. En aquella época comencé a trabajar con más ahínco. La arquitectura había sido algo que nos apasionaba y nos unía, después de todo el insomnio no estaba tan mal, ya que trabajábamos casi siempre de noche en mi departamento. Sólo quería olvidar lo que había ocurrido, pero el mismo trabajo no me lo permitía, aunque una parte de mí quisiera borrarlo de mi mente. Después de unos meses, caí en depresión y más tarde comenzaron mis trastornos del sueño. Ni siquiera podía encender mi computador, para trabajar en algunos proyectos pendientes, no había electricidad… Sólo existía la melancolía, el recuerdo de mi hermano, su habitación vacía. Una cama inútil que no cumplía su objetivo. Un estar despierto, con el alma vacilante y las manos heladas. Una noche lluviosa, que no lavaba la culpa, que no congelaba el espanto de la soledad.

Cielo

Siempre imaginé que así sería el Cielo. Salas limpias, blancas, todos vestidos de blanco además. Los ángeles siempre me atienden, están al servicio nuestro. Se preocupan de vestirnos, alimentarnos, etc.
Me tomé una caja entera de neurolépticos y antidepresivos, días atrás. Lo hice con mucha calma, a pesar de que había oído que me podría ir al infierno por el suicidio, pero aquí me ven, no hace calor, sino que la temperatura es bastante agradable. Al principio vi mucha luz. Me dieron ciertas píldoras mágicas -se parecen a las de la Tierra- y descargas eléctricas que me dejaron muy tranquilo. Ya no siento la angustia, el delirio, las fobias, otrora frecuentes. Esto es el paraíso, ya no hay más sufrimiento, y sinceramente prefiero no recordar el pasado. Veo que hay muchos como yo, los sientan en sillas y los sacan a pasear. Otros prefieren descansar en las nubes, blandas como camas con cojines. Creo que también hay distintos rangos dentro de los ángeles de Dios. Algunos se dedican a limpiar, otros se ocupan de nuestra salud, otros se encargan de defendernos de algunos demonios que interrumpen nuestra quietud y nuestra paz. Aquellos demonios gritan, agreden a mis conciudadanos, y hasta agreden a nuestros guardianes, sin embargo vemos como siempre triunfa Dios, y finalmente a estos demonios los llevan a cuartos de oscuridad, y ya no los vemos más.
Ahora sólo quiero ser feliz por siempre, eternamente, tal como un cuento de niños, es el tiempo de mi descanso y mi retribución por lo que sufrí en vida. Pero ¿qué es la vida?, ¿no se podría decir que hoy estoy más vivo que antes? Son preguntas que hago a diario, y yo sé que encontraré respuesta.