Páginas

09 agosto, 2011

Títulocracia

Hubo una época en que la gente que tenía un color diferente no podía ser o hacer algo. Debían someterse. A esto se le denominó Racismo. 

Hubo una época en que la gente que no tenía la sangre o el apellido necesario no podía ser o hacer algo. Debían regirse por las normas de la sociedad. A esto se le llamó Aristocracia.

Hoy en día, estamos frente a otro tipo de régimen. A muchos les gusta o simplemente están acostumbrados a él o les da miedo cambiarlo, así como en las anteriores periodos de desigualdad de oportunidades había gente con miedo a cambiar lo establecido. 

Hablo de la era de la Títulocracia. 

¿De qué hablo? 

La gente ha perdido la fe en sí misma. Ahora esperan a que otras personas les asignen un título, un nombre que, generalmente, suele definir sus vidas. 

Antes para dedicarse a algo bastaba con tener la habilidad. Por ejemplo, si tenías la habilidad para pintar, pintabas. Si tenías la habilidad para hacer zapatos, te dedicabas a zapatero. Si te gustaba investigar, te transformabas en un investigador, como lo hizo Mendel. Si tenías habilidad matemática, eras un matemático como lo fue Pitágoras. Si tenías la habilidad para reflexionar eras filósofo, como Platón. 

A Dios gracias a Pitágoras no le tocó nacer en esta era porque le hubieran pedido la pedagogía para enseñar y le hubieran pedido el título de matemático de la Universidad London Harvard Oxford and the Economics para poder hacer sus teoremas. Si no, nadie le habría escuchado. 

He notado esta ideología oculta en el sistema, pasando desapercibida por el Movimiento Estudiantil. A nadie parece importarle que uno sea libre para dedicarse a lo que tiene más talento sin pasar por un intermediario como un rector, un jefe de carrera o nada menos que cinco años de nuestras vidas. 

Si se fijan, las áreas de mayor crecimiento el día de hoy son aquellas en las cuales menos regulación han tenido. El mejor ejemplo es la informática. Mucha gente sin estudios universitarios, o al menos sin los codiciados títulos o posgrados, ha logrado hacer una verdadera revolución tecnológica haciendo que cambie para siempre nuestra forma de ver y acceder al mundo. 

Insto a todos a empezar a confiar en sus capacidades. Ser menos título dependientes. Ser más meritocráticos. Reemplacemos la títulocracia con la meritocracia. Es verdad que necesitamos estudiar, pero ¿son necesarios los títulos y los Ph.D.? ¿son necesarios los colegios selectivos? ¿son necesarias las universidades como medidoras del saber? ¿será que estas se han transformado en las designadoras de nuestra inseguridad? Hoy nadie se atreve a decir que es algo sin tener el título, pero teniéndolo, a nadie le da vergüenza si no tiene el talento o la inteligencia o los estudios para merecerlo. 

4 comentarios:

  1. ¿será que estas se han transformado en las designadoras de nuestra inseguridad? Brillante columna: Creo que en el fondo, la frase que sugieres es el argumento más poderoso para creer en la libertad y en la NO regulación. Y que lo diga Bill Gates, Zukerberg, Dorsey, y cientos más, hombros sobre los cuales, están nuestras relaciones sociales.

    ResponderEliminar
  2. Juan Ignacio Silvaagosto 10, 2011

    Vaya, muy bien. Estoy de acuerdo. El problema es que los demás también lo crean: ¿de qué sirve que llegues con esta filosofía a una entrevista de trabajo, si lo primero que miran es si tienes título o no, de que universidad vienes, en que colegio estudiaste y en que barrio vives (el orden puede variar)?
    El problema es que los demás deben clasificarte, deben meterte en una bolsa junto con otros que tienen el mismo título que tú (aunque sean personas distintas) para después decidir quién podría ser mejor "para las necesidades de la empresa".
    Me gustó harto el último párrafo.
    J.I.S.A.

    ResponderEliminar
  3. Juan ignacio: el problema es que la forma de dar trabajo es anacrónica en muchas empresas así como también lo son muchos trabajos.

    ResponderEliminar
  4. Alberto Vaccarojunio 04, 2021

    Muy de acuerdo con este artículo!!

    ResponderEliminar