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07 febrero, 2012

Hombre y punto

En esta columna hablaré sobre un sentimiento incómodo: el odio. Estamos acostumbrados a leer —o escribir, en mi caso— poemas y textos de amor, pero pocas veces leemos acerca del odio. En específico me referiré al odio entre sexos, ese que ha sido el causante —o consecuencia, no lo tengo muy claro— de la lucha entre sexos.


Los hombres han odiado por un tiempo prolongado de la historia a las mujeres y yo creo que todos llevamos a un misógino dentro. Hace un par de milenios los hombres se tomaron el poder en la sociedad —aprovechando su mayor fuerza física respecto a una mujer promedio— y crearon una cultura profundamente machista, en la cual las mujeres no tenían voz ni voto y ni siquiera podían trabajar. Jacques Derrida (1930-2004), filósofo francés, fue uno de los primeros en denunciar esto en el mundo académico denominando a la sociedad patriarcal y falocrática.

El lenguaje es el primer configurador de los elementos machistas actuales. Ejemplo de esto es cuando se dice que una mujer es fácil o cuando se molesta  a un hombre por ser afeminado. ¿Por qué una mujer que se relaciona sexualmente con varios hombres es fácil y un hombre que hace lo mismo con muchas mujeres es winner? ¿Por qué un hombre que parece mujer es motivo de burla o risas y no ocurre lo mismo cuando una mujer se disfraza de hombre?

No sé cuál fue el causante del odio a las mujeres. Tal vez se produjo por el temor a que ellos perdieran la soberanía o tal vez fue el miedo a lo diferente. Es claro que aún se mantienen elementos del machismo en la actualidad, pero creo que nadie duda que estamos mucho mejor que hace 50 años. ¿Qué fue lo que cambió todo esto? Surgió el movimiento feminista que comenzó durante el siglo XIX, este lucharía para que las mujeres tuvieran los mismos derechos que los hombres.

En la actualidad aún faltan avances en igualdad de derechos, ya que, en Chile los hombres aún lideran en los altos cargos y hay más mujeres cesantes que hombres. De todos modos, no me quedaré aquí, sino que agregaré que la diferencia en derechos ahora es para ambos sexos. Aunque por muchos años los hombres habían sido los líderes, las mujeres han comenzado a llegar al poder, de forma significativa, hace más menos medio siglo, lo cual encuentro genial. Pero encuentro lamentable cuando veo que repiten los mismos errores que cometieron nuestros antepasados congéneres. Por ejemplo, muchas veces se ve en ciertos sectores del retail que cuando una mujer es jefa prefiere tener empleadas y no empleados. También se ve una preferencia de mujeres, en relación con hombres en algunas áreas profesionales, por ejemplo, párvulos y enfermería (en el lenguaje, decimos siempre educadora de párvulos y enfermera). Así también, los hombres han sido discriminados en su paternidad, ya que la ley chilena da por hecho que los hijos debe criarlos la mujer en caso de separación, en vez de haber igualdad de oportunidades en este sentido, existe una clara discriminación a hombres, cuando, sobre todo, son juezas las que dictaminan las sentencias.

Existe también una exigencia desmedida a los hombres de hoy. Exigencias que nos confunden y desorientan porque se nos demanda en todo aspecto. Los hombres ahora debemos ser tiernos, buenos padres, amables, eruditos, caballeros, tener trabajo estable, pero además ser sexualmente satisfactorios, rudos y con mucho sex appeal. Además, pareciera que la clásica visión de la mujer como objeto sexual se ha movido de lugar y ahora son ellas quienes nos tratan como objetos sexuales exigiéndonos actitud, duración, medidas corporales (así como cuando los hombres exigían las clásicas tres medidas: pecho, cintura, cadera) y que cumplan todas sus expectativas (que suelen ser infinitas).

Mi llamado es que no repitan los errores que cometieron nuestros antepasados ni los errores de los anticuados machistas que aún persisten. El feminismo, si bien generó cambios significativos y profundos en la forma que se ve y trata a la mujer, tuvo también una externalidad negativa que es el resentimiento expresado a hombres en la actualidad.  De las mujeres que están en el poder ahora depende entonces si repiten o cambian, de una buena vez, el modelo y cultura de odio que crearon los hombres en el pasado.

Columna disponible en http://www.mujerypunto.cl/?p=9042

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