Podemos encontrar los siguientes problemas en esta serie: al
Chavo del Ocho no se le llama ni siquiera por un nombre, su nombre. Se esconde en un barril porque es discriminado y el
único lugar que le ha dado la sociedad es este. Todos lo ven. Todos saben que
pasa hambre, pero nadie lo ayuda. Nadie lo ayuda a salir de la pobreza extrema.
De su padre nada se sabe y de su madre solo se sabe que lo abandonó. Se le
conoce por un número y ese número representa el dígito de un departamento.
¿Imaginan una situación más deshumanizada?
El Chavo es un niño de ocho años y como tal comete de vez
en cuando algunas travesuras, don Ramón se ve envuelto en estas, y sin embargo,
no se apiada de su condición de abandono, en vez de tratar de llegar a él y
comprenderlo, tiende a descargar toda su frustración propinándole fuertes coscorrones.
Doña Clotilde es una mujer que ama a un hombre que no le corresponde en sus
sentimientos, debido a este amor ella lo llena de atenciones, regalos y
comidas, en vez de que la ayuda llegue al destinatario más necesitado (el
Chavo). Doña Florinda es madre, viuda de un marino, por lo que sabe lo difícil
que es salir adelante sola, pero no es capaz de empatizar con un desprotegido
niño que tiene la edad de su hijo. Ella, en vez de descargar su ira contra el
Chavo, lo hace contra don Ramón por cada lío en que se ve envuelto su hijo
Quico. Así, se produce un círculo vicioso de violencia. Otro personaje que
visita la vecindad con frecuencia es el señor Barriga, un hombre adinerado, uno
de los que más sensibilidad ha mostrado, pero dicha sensibilidad no ha recaído
en el pequeño niño, por lo que tampoco lo ayuda; él solo está preocupado de
cobrar la renta y de hacerse más rico. Es como si el Chavo y sus problemas fueran
transparentes o nadie quisiera hacerse cargo de las necesidades que tiene.
En la “bonita” vecindad, no hay movimiento socioeconómico.
Don Ramón siempre repudia el trabajo no alcanzándole el dinero ni para pagar la
renta. Nadie quiere trabajar porque no hay empleos de calidad para ellos, pues a
los pobres nadie les enseña a buscar su vocación, solo se les enseña a ganar el
pan a fin de mes. Doña Florinda tampoco tiene muchas ganas de salir al mundo
laboral, prefiere vivir encerrada en un mundo de supuestos lujos y elegancia;
incluso de apariencias ya que se preocupa mucho de arreglarse el cabello haciéndose
la permanente. Todo pareciera ser estático. Además, esta ilusión de doña
Florinda no solo la vemos en su forma de vivir en la vecindad, sino que también
se ve reflefjada en su relación amorosa, ya que vive en un mundo de ilusión
romántica que nunca llega a concretarse en un matrimonio con el profesor
Jirafales, lo cual sería un verdadero avance y progreso en sus vidas. Los
alumnos del profesor Jirafales nunca aprenden. No salen de la ignorancia. Solo
aprenden a hacer bullying, a bromear
entre ellos y a irritar y faltarle el respeto a su profesor (que enseña de una
manera muy anticuada, debo agregar).
Los invito entonces a que la próxima vez que vean el Chavo
del Ocho, además de reír, piensen en el trasfondo social y humano de la existencia
de estos personajes que son un reflejo de nosotros mismos y de la sociedad
ciega y tétrica en la que estamos inmersos. Esos personajes pueden ser reales.
Pueden estar mucho más cerca de lo que creen.
Nunca me detuve a analizarlo de esa forma. Ahora que lo medito bien, tienes mucha razón. Cuando vea El Chavo la próxima vez, trataré de prestarle más atención a su crítica social, ya que los capítulos todos los conocemos casi de memoria.
ResponderEliminarNunca me gusto ver el chavo del 8, no por lo que comentas que me pareció un análisis impresionante que jamás dentro de mi mente pudo imaginar...
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