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28 noviembre, 2011

El verdadero poder

¿Qué tan poderoso es Don Dinero? Don Dinero es solo una hoja de papel (y polímero) ¿No es más fuerte un grandioso roble de mil años de edad que una hoja de papel arrugada que cabe entre los dedos de tu mano? ¿Qué es más poderoso: los dientes de un elefante majestuoso, imponente o un simple adorno de marfil para la decoración de una sala lujosa? El poder no lo tiene Don Dinero como dijera el ingenuo Francisco de Quevedo: el poder lo tenemos nosotros. El poder para cambiar el mundo, el poder para cambiarnos.

¿Qué tipo de tributo le rendimos día a día a este caballero? ¿Por qué cada día le rendimos pleitesía a este tirano que se hace pasar por caballero? Este caballero es el culpable de que el obrero reciba menos por su trabajo que el arquitecto o el ingeniero. Pese a que ambos trabajen lo mismo. Uno trabaja con sus manos y el otro trabaja con su mente. El trabajo es diferente, pero el esfuerzo es el mismo. El estrés es el mismo. Probablemente, el gerente que está a cargo del arquitecto y del ingeniero gane más dinero, y probablemente el presidente del directorio de la empresa inmobiliaria gane más dinero que todos ellos, pese a que tal vez ni siquiera haya estado en el terreno de la construcción. 

¿A qué clase de villano se le ocurrió que un trabajo era más valioso que otro? ¿Por qué debemos cuantificar el trabajo de cada persona? ¿Por qué no podemos simplemente ofrecernos servicios? ¿Vivir en una sociedad en que lo más importante no sea el PIB sino la felicidad de las personas? ¿Por qué no podemos vivir en una sociedad en que cada uno trabaje en aquello que ama y no cobre por hacerlo sino que sea una sociedad de servicialismo en la cual todos tengamos una función que no valga más ni menos que la otra? 

Propongo una sociedad de servicios. Una sociedad en la cual el artista sea tan valorado como el médico que sana en su consulta; el obrero no calificado tan valorado como el arquitecto;  el profesor como el director de un colegio; el concejal como el presidente; el soldado como el general.

Propongo una sociedad en la cual las ciencias, las artes, el humanismo, la política interactúen de una manera sincrónica y armónica. Una sociedad en la cual cada uno tenga un una vivienda para él y su familia; acceso a educación; salud. Una sociedad culta y moderna; avanzada y compasiva. Propiciadora de talentos y en armonía con la naturaleza. 

En el cristianismo primitivo encontramos que todos convivían en armonía y todos compartían lo que tenían. Es curioso ver cómo después este mismo cristianismo propició una cultura que traicionó sus inicios (la compasión, el compartir, etc.).

Quevedo decía que Don Dinero era un poderoso caballero. Yo digo que nuestra inteligencia, nuestros músculos, nuestras manos y nuestros ojos son el poder. El verdadero poder. En nosotros está la decisión. En nuestras mentes, en nuestras manos está el curso de la historia. No dejemos que nos sigan engañando, no dejemos que nos sigan vejando. 

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