Durante estos tres últimos años he trabajado en diferentes farmacias. Soy Químico Farmacéutico de profesión formal, por lo que al llegar a un local te transformas en el jefe de la farmacia respectiva, lo que te hace tener contacto con muchas personas. Tienes que aprender a trabajar en equipo, entender los diferentes temperamentos y caracteres de las personas, lograr que te quieran y a la vez liderar al grupo de trabajo, es decir, aquello que nunca te enseñan en la universidad. Trabajando allí, traté de indagar en las vidas de aquellos con los cuales trabajaba (auxiliares de farmacia. o vendedores, y otros químico farmacéuticos). Conocí mil historias de vida: de sacrificio, de valentía, también historias tristes. Con estas historias me nutría, me interesaba qué es lo que hay detrás de cada ser humano. Pero lo que más me llamó la atención fue que la gran mayoría, yo diría, un 95%, no trabajaba de forma apasionada en lo que hacía, sino solo apasionados porque terminara luego la semana laboral para poder descansar y así estar con sus seres queridos en casa (incluyendo aquellos que me decían que les gustaba lo que hacían). El 95% llegaba muy lateado el día lunes, pero todos se iban muy felices el fin de semana, sabiendo que podrían compartir con sus hijos, padres, esposos, esposas, pololos, pololas, o simplemente por el carrete que tendrían con los amigos, o porque finalmente podrían dedicarse más libremente a sus "hobbies".