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22 noviembre, 2010

Cielo

Siempre imaginé que así sería el Cielo. Salas limpias, blancas, todos vestidos de blanco además. Los ángeles siempre me atienden, están al servicio nuestro. Se preocupan de vestirnos, alimentarnos, etc.
Me tomé una caja entera de neurolépticos y antidepresivos, días atrás. Lo hice con mucha calma, a pesar de que había oído que me podría ir al infierno por el suicidio, pero aquí me ven, no hace calor, sino que la temperatura es bastante agradable. Al principio vi mucha luz. Me dieron ciertas píldoras mágicas -se parecen a las de la Tierra- y descargas eléctricas que me dejaron muy tranquilo. Ya no siento la angustia, el delirio, las fobias, otrora frecuentes. Esto es el paraíso, ya no hay más sufrimiento, y sinceramente prefiero no recordar el pasado. Veo que hay muchos como yo, los sientan en sillas y los sacan a pasear. Otros prefieren descansar en las nubes, blandas como camas con cojines. Creo que también hay distintos rangos dentro de los ángeles de Dios. Algunos se dedican a limpiar, otros se ocupan de nuestra salud, otros se encargan de defendernos de algunos demonios que interrumpen nuestra quietud y nuestra paz. Aquellos demonios gritan, agreden a mis conciudadanos, y hasta agreden a nuestros guardianes, sin embargo vemos como siempre triunfa Dios, y finalmente a estos demonios los llevan a cuartos de oscuridad, y ya no los vemos más.
Ahora sólo quiero ser feliz por siempre, eternamente, tal como un cuento de niños, es el tiempo de mi descanso y mi retribución por lo que sufrí en vida. Pero ¿qué es la vida?, ¿no se podría decir que hoy estoy más vivo que antes? Son preguntas que hago a diario, y yo sé que encontraré respuesta.

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