Jesús en su tierna edad no era el típico niño correcto que hace las tareas, peinado al medio. De hecho, hubo una ocasión en que Jesús se les pierde a sus padres, los cuales se escandalizan ya que les había desobedecido -tal vez- yendo al Templo y él les responde que en los negocios de Dios le correspondía estar.
Era un ser despegado de los bienes terrenales. Algo distinto de lo que interpretan los protestantes norteamericanos y puritanos. En este sentido parecía budista incluso. Insistía en que el grupo de los "Doce" dejaran todo (eran de clase media alta) y lo siguieran. Ni siquiera tenía un lecho donde recostar su cabeza.
Su mensaje principal era que el Reino de Dios había llegado a los corazones de los hombres: algo que no se escucha en ninguna Iglesia.
Era radical con sus palabras, no intentaba ser atractivo, más bien decía cosas polémicas. Decía que él traía división. Si bien, no era agresivo, sí era conflictivo.
Era una persona que cambiaba de parecer, no siempre estaba en lo correcto, pero tenía el coraje para admitirlo. Primero era racista, y luego se da cuenta que cometía un error y su mensaje debía ser extensivo a todos.
No quiso nunca crear una iglesia universal jerarquizada como lo hace la Santa Sede.
Tampoco quiso sistematizar la teología. Quería más bien transmitir principios generales de conducta.
Tenía clara su misión y trabajó sin cesar en ella. Era apasionado y esforzado. No recibía ningún tipo de sueldo, pero sí donaciones de gente pudiente para poder solventar sus gastos (que eran básicos).
Era comprometido, pero no con su familia ni con sus amigos, sino con su causa (toda la humanidad). Estuvo dispuesto a morir por lo que creía.
A mi modo de ver el Jesús real me parece más admirable que ese Jesús de ojos claros que muestran en algunas pinturas y cuadros de mala muerte.
Lindo post, muy imaginativo en mi modesta opinión pues Jesús no existió más que en la imaginación de la Santa Sede...
ResponderEliminar